domingo, 17 de diciembre de 2006

Pequeños soñadores, grandes esperanzas

Hay una espesa capa gris que cubre nuestro mundo, como un espeso velo que hay que rasgar para ver a través de él, como caminar entre la densa niebla que cubre el camino a casa o en la oscuridad. Puedes llamarle odio, rencor, injusticia, maldad, corrupción… tiene tantos nombres que pareciera que caímos en un agujero infectado de insectos venenosos, de todos los colores y tamaños. Pero yo prefiero darle sólo un nombre: “MIEDO”. Puedes sentirlo de muchas formas, vivirlo, compartirlo y a veces es tan evidente que buscamos alguna excusa para seguir el conformismo y dejar las cosas como están, culpando a otros de nuestra impotencia, a nuestros padres por las costumbres que tuvimos, a nuestros maestros porque nos enseñaron sólo un poco de lo que necesitábamos, a nuestros amigos, a nuestros gobiernos, a nuestro país… a nuestro mundo. Es un velo que no nos permite ver la vida que queremos tener y que nos obliga a culpar a la sociedad de nuestra situación, a la mala suerte, a nuestros dirigentes. Hay tanto que podríamos hacer si dejásemos de tener miedo.

Todo mi vida me he sentido solitario, un ser extraño que sólo mira el zoológico que existe a su alrededor, auto-compadeciéndome de mi mala suerte por haber nacido en el planeta equivocado y consolándome con la idea de pensar que soy diferente y sentir que eso me hace especial. Pero hoy tengo ganas de creer que hay una nueva vida detrás de esa espesa capa de miedo que nos ciega y no nos permite ver con claridad el camino que debemos recorrer. Extiendo mis manos al frente y camino a tientas buscando eso que hemos perdido y mis dedos tocan los de otras personas, otros soñadores que aun conservan grandes esperanzas en el futuro. Siempre han estado ahí, esperando el cambio, el milagro que los ayude a salir adelante, la luz que los ilumine y que les muestre el camino que les oculta la densa niebla. Se ocultan de todos, ocultan lo que sienten, sus deseos, sus esperanzas, sus anhelos y sus ganas de vivir, se mezclan entre la gente y tratan de llevar sus vidas como personas normales, se levantan día a día al amanecer con fe firme en el futuro, en su futuro y el de todos los que los rodean.

Es maravilloso lo que puedo ver en ellos, lo que un simple gesto puedo decirnos de su vida, lo que una simple canción o imagen puede mover dentro de su corazón. Son tan pocos los que he podido identificar pero tan variados, tan excéntricos, tan extraños que a veces que me siento confundido, pero luego me siento feliz de tropezarme con ellos entre la oscuridad. El albañil que cuenta siempre ese chiste que nos alegra el día, la recepcionista que nos atiende con esa hermosa sonrisa, el joven que lleva su iPod a todo volumen escuchando esa estruendosa e inentendible canción que ensordece… y que en el fondo sonríe porque, aunque los que están a su alrededor no lo saben, esa ruidosa canción habla de paz, de armonía, de un mundo mejor que quisiéramos tener, con distorsión y a los gritos, para que nunca se nos olvide. La chica que se viste extravagante y pinta calaveras en su cuaderno, pero que lo hace por miedo de que piensen que es romántica, ya que cuando llegue a su casa llegará a escribir ese poema, esa inspiración que ha estado el día rondando su cabeza como si un ángel le hubiese susurrado al oído. Aquella mujer que conocí una tarde y me confesó que no creía en el príncipe azul, pero que con solo una mirada me demostró que aun lo estaba buscando, que aún tenía esperanzas de encontrarlo. Ese amigo que me tendió la mano y luego se marchó a toda prisa para que no tuviera que darle nada a cambio, para que no pensara mal de él y de su ayuda desinteresada… Así son ellos, por fuera sólo nos dejan ver su inconformidad con el mundo pero por dentro aun sigue vivo eso que los mantiene en pie y los hace querer salir adelante cada día: esperanza. A esos pequeños soñadores con grandes esperanzas les dedico esta carta hoy, a esos que se ocultan entre la gente y sonríen dentro de si mismos ya que en su corazón está la luz que los guiará por el camino correcto a través de la oscuridad.

sábado, 26 de agosto de 2006

Contradicciones

Vivo en un mundo de contradicciones, tan irónico como el mismo. Voy caminando sin rumbo, buscando mí destino, acelero mis pasos para llegar más aprisa a ningún lugar.

Afuera me esperan las calles vacías, llenas de gente, gente vacía por dentro, gente que solo desea encontrar el amor, el prestigio, la superación… pero que no hacen nada para que sus sueños se hagan realidad. Sueñan despiertos con el día que su vida cambie y cada minuto que pasan solo se aferran más al lugar donde están. Gente que dice buscar a Dios pero se voltea cuando aparece en cada mirada de bondad, en cada gesto de dulzura, en cada necesidad de compasión. Y entre el miedo a vivir y el coraje de levantarse día tras día… estoy yo.

Grito por dentro en el silencio de la noche esperando que un estallido de mi alma retumbe hasta tu ser y te traiga a mí. Pero no deseo estar contigo. Corro hacia tu encuentro a cualquier lugar, a cualquier hora y cuando estoy contigo solo quiero estar lejos de ti. Mientras más te amo, más te odio y mientras más te deseo, mas te a aborrezco. ¿Puedes encender una llama con el frío de tu mirada? ¿Puedes llegar al cielo hundiéndote en el fango de ti misma? ¿Puedes escuchar el sonido de mi corazón a través de los gritos de tu silenciosa desidia?.

Nada me espera en casa al llegar, nada me espera fuera de ella al salir. Miro las estrellas tan brillantes que puedo tocarlas con mi mano y sin embargo están tan lejos… tanto que una vida no alcanzaría para llegar a cualquiera de ellas y regresar para contarte. Mi mente esta en blanco de tanto pensar, de tanto construir un futuro, un futuro que nunca sucederá. Mi alma llora al recordar cada momento de alegría en donde sólo pasó lo que no tenia que suceder. Y entre la inmensidad del cielo y la tierra, se esconde la verdad casi evidente: Me matas cuando estás conmigo pero muero si estoy sin ti. Dulces besos, amargos sentimientos, falso amor, hambre de felicidad. Insana cordura que me hará pasar de ti y regresar de nuevo, una y otra vez hasta que se me pase la vida y desee morir en tus brazos… para descansar de lo que siento.
Dedicado a: Una cachetoncita preciosa

lunes, 27 de marzo de 2006

El hombre solitario

Caminaba cerca del pie de un arco iris y me cruce con alguien que cargaba su soledad a cuestas. Iba cabizbajo y con la mirada perdida como si su hasta su alma lo hubiera abandonado y la melancolía seguía cada uno de sus pasos como si fuese su sombra. Pude adivinar una gran tristeza en su rostro, así que conmovido me acerque a él y le pregunte porque estaba triste.

Estoy triste porque encontré mis sueños…- me dijo.

Miré hacia el piso y me pregunte a mi mismo - ¿Cómo puede estar triste si ha conseguido sus sueños? - Quise entonces voltear para preguntarle al hombre solitario porque estaba triste de haber encontrado sus sueños, pero ya no estaba, se había marchado con su melancolía y su soledad en absoluto silencio, ni los pájaros, ni el viento, ni si quiera el cielo lo vio marcharse.

A veces veo salir el sol por el lado equivocado y el día pasar al contrario. Me aguarda la mañana al atardecer y las noches se convierten en madrugada. Es ahí cuando veo a aparecer el señor solitario, con su carga a cuestas, todo cuanto tenía se ha ido porque fue en busca de sus sueños y pudo tocarlos… pero nunca me dice por qué.

¿Estás buscando tus sueños? - Me susurraban al oido las olas del mar - Están ahí afuera, esperan por ti, son solo tuyos y de nadie más, solo tú puedes saber el verdadero valor que tienen. Cada estrella que brilla en el cielo es un sueño que espera cumplirse, cruzan el cielo por las noches para recordarnos que debemos ir por ellos…Pero se calló y guardo sus consejos, porque una sombra pasaba cerca con su melancolía a cuestas.

Una noche trataba de saltar para tocar la luna y sin querer toque una estrella fugaz que me quemo con su fuego. Cuando voltee, ahí estaba, el señor solitario. Me miraba fijamente meneando la cabeza en señal de negación.

¿Quieres cargar con la tristeza de encontrar tus sueños? – Me pregunto sin mover los labios. Luego se desvaneció en el aire como cientos de luciérnagas iluminando la noche.

Un día volaba por encima de un bosque y ahí estaba el señor solitario, llorando en la orilla del lago de la desesperanza y se lamentaba de haber encontrado sus sueños. Me acerque a él y toque su hombro, pero se convirtió en agua y se diluyo en el lago. Me sentí triste por el hombre solitario, así que me acerque al lago para acariciar sus aguas y dar consuelo a su tristeza, pero al inclinarme en la orilla y extender mi mano apareció mi reflejo que poco a poco fue tomando la forma del hombre solitario. Y con su triste voz me dijo:

- Cada sueño, cada deseo que tienes, cada meta… cada una de ellas muere el día que la encuentras. A veces no quisiera haber encontrado mis sueños, ahora que pude tocarlos no hay nada más, la tristeza me embarga porque ví mis deseos satisfacerse y mis sueños cumplirse… pero no hay cada más. La satisfacción es la muerte del deseo y la realidad es el límite hasta donde llega el mundo de los sueños… -

Rompí a llorar, porque muchos de mis sueños se habían cumplido, pero se habían marchado así como habían llegado. Pero la brisa del bosque acaricio mi cara, secándome las lagrimas y una dulce voz desde un hermoso rayo de sol me habló y me dijo…

- No estés triste porque has cumplido tus sueños y ya no volverán, cada uno de ellos es como una ola, que llega rompiendo a la orilla y después se va, para nunca volver. Pero tu espíritu debe ser incansable, como el viento constante que sopla desde mar adentro para producir las olas. Esperan por ti nuevas aventuras y nuevos desafíos, que nunca se te olvide. Nunca dejes de desear y de soñar... -

Nunca he vuelto a encontrarme al señor solitario. A veces suelo pasar por el lago de la desesperanza e intento acariciar sus aguas para dar consuelo al hombre solitario, y siento como el agua se mece suavemente por el viento y pequeñas olas rompen en la orilla. Un suave susurro viene desde el bosque y se escucha algo como un ligero ronquido. ¿Estará durmiendo el señor solitario? Yo creo que si, se ha dormido al sentir la brisa del bosque, ha metido en un saco su melancolía y se ha recostado sobre ella en el fondo del lago para que las suaves olas se llevan sus sueños a la orilla. Nunca dejes de soñar y desear hombre solitario.

martes, 14 de marzo de 2006

Frio de llovizna II

Te recuerdo bailando bajo la lluvia, te veías tan feliz. Te gustaba todo aquello que las demás personas desprecian o simplemente ignoran: Tomar el sol mientras caminas, escuchar el escándalo de los niños mientras juegan, hasta escuchar el canto de los gallos por la mañana… y sentir la lluvia fría caer sobre ti. Tantas cosas que podemos disfrutar de la vida pero que simplemente nos molesta que estén ahí.
Bailas bajo la lluvia y extiendes tus brazos para sentirla completamente. Abres tu boca y tomas sorbos de ella como si fuera el más divino de los néctares. Sin duda lo disfrutas. Guarecido a unos pasos de ti te observo admirado de que exista alguien a quien la gusta la lluvia. Te acercas a mi, tomas mi mano y me invitas a tomar la lluvia. Un montón de cosas me pasan por la cabeza, dudo por un momento: si esta muy fría, si me puedo enfermar, si me hará bien, si me ataca un resfriado… excusas tontas que sólo nos privan de disfrutar de la lluvia. Después de pensarlo un instante me decido a acompañarte en tu danza, se siente frío, mi ropa se empapa, pero cuando te olvidas de tus temores realmente lo disfrutas. No existe miedo a enfermarte, a mojar tu ropa, a arruinar tu peinado o dañar lo que traigas encima, sólo eres tú y la lluvia. Miras como estoy titiritando de frío, empapado, tomando mi primera ducha natural y te diviertes, te ríes como nunca. “Es sólo agua” me dices una y otra vez, “Es como que te bauticen desde el mismo cielo. Pero a la gente no le gusta mojarse”…
Camino con prisa hacia mi trabajo mientras trato de evitar mojarme o resbalar con el piso mojado. Esta lloviendo. Tu recuerdo viene a mi mente y elevo mi cara al cielo para sentir la lluvia sobre mí. Poco a poco empapa mi ropa y me cubre con su frío peculiar, pero comienzo a disfrutarlo. Disminuyo el paso y extiendo los brazos para sentirla completamente. Tomo sorbos de ella y siento tus labios nuevamente sobre mí y sonrío, si, lo disfruto. La lluvia me recuerda a ti.
Hace mucho que te fuiste, me parece estar ahí, viéndote partir en ese buque, buscando tus sueños como siempre lo has hecho. Me parece estar ahí, viendo como agitas tu mano despidiéndote de mí mientras te alejas y sintiendo tu cálido abrazo de despedida mientras cae esa delgada llovizna que nunca olvidaré. Quisiera ir por ti y estar de nuevo a tu lado, pero hoy nos separa un inmenso mar. Pero hoy te recuerdo bailando bajo la lluvia y recuerdo lo que me enseñaste: “es solo agua”, ese inmenso mar que nos separa es sólo agua. Poco a poco voy perdiendo el miedo de mojarme, de disfrutar la lluvia, de disfrutar de todas esas cosas de la vida que nos molestan o que simplemente ignoramos. Espérame, pronto estaré de nuevo contigo, cuando comprenda que ese inmenso mar que nos separa es sólo agua, cuando aprenda a sentir tu cálido abrazo en el frío de la llovizna.

sábado, 18 de febrero de 2006

Un regalo

Justo hoy, cuando piensas que tus sueños se han roto, que has perdido lo único que nunca debe perder un ser humano: la esperanza… hoy que te has quedado con la soledad de tus sentimientos añorando un pasado que no volverá, quiero hacerte un regalo muy especial. Quiero enseñarte que la vida sigue, que el pasado es fugaz y el futuro es incierto, todo lo que tenemos es este momento y debemos aprovecharlo. Hoy que sientes tu corazón roto, quiero enseñarte que tras cada dolor hay una nueva esperanza de felicidad, porque cada vez que sangras no debes ver lo que pierdes, si sangras es porque estás viva, porque aun hay aliento dentro de ti para continuar.
Quiero juntar las piezas de tu alma herida y regalarte un nuevo corazón, una nueva vida, llena de sueños y esperanzas en el mañana. Tomaré las piezas de tu corazón roto con delicadeza, ternura y, poco a poco, caricia a caricia, beso a beso las uniré, una a una. Soplaré con mi aliento cálido sobre él para que nunca sienta frío y lo cubriré con ternura para que nunca vuelva a romperse. Pondré en el mis propias ilusiones y sueños para que nunca te falte esperanza en el mañana, pero sobre todo, pondré mi amor en él para que siempre lleves amor contigo a donde vayas, para que nunca sientas ese vacío en tu pecho que ahora te ahoga.

¿Quieres un corazón? Te regalaría lo que fuera para devolverte a la vida, te regalaría lo mejor de mí para que cuando yo no esté se queden contigo mi corazón y los momentos que tuvimos. Ya no habrá mas soledad, ni tristeza, ni derrota en ti, todo lo que necesitas para seguir adelante te lo regalaré.
Hoy te extiendo mis brazos y te pido con dulzura que me dejes curar tu corazón, sin importar lo que pase, ni lo que digan, ni siquiera lo que suceda. Si tu corazón se ha perdido en el mar de tu tristeza, no te aflijas, te daré la mitad del mío para demostrarte que la vida continúa, que todo es pasajero, y que al final, el cielo guarda un regalo más grande que el que te doy ahora. Sólo debes tener ESPERANZA.


Dedicado a Yrian. Gracias por existir...

miércoles, 15 de febrero de 2006

Frío de llovizna

Camino con prisa hacia mi trabajo mientras trato de evitar mojarme o resbalar con el piso mojado. Esta lloviendo…
La lluvia me recuerda a ti. Cuando baja la temperatura y escucho caer las gotas de lluvia vienen a mí los recuerdos de inolvidables noches. Solos tu, yo… y el frío de la llovizna. Tus abrazos eran lo único que le daba calor a mi cuerpo en esos momentos y tu compañía era todo lo que necesitaba para calentar mi corazón.
Una de esas noches me preguntaste algo que nunca olvidaré: ¿Estás triste porque llueve o llueve porque éstas triste?. No supe que responder, solo quería sentir tu calor un poco más, sentir que eras lo único que necesito para ser feliz. Parecía que tenía todo lo que necesitaba, parecía que a tu lado iba a ser feliz, y en realidad, lo fui. Pero nada es eterno, ni siquiera el frío de llovizna, ni siquiera, tus abrazos, tus besos, ni tu compañía.
Te fuiste, aun lo recuerdo, me ha quedado el frío de la llovizna en el corazón, ese que sólo tu podías echar de mi pecho con tus caricias, con tu voz. He buscado ese calor en otras, y si, han calentado mi cuerpo llenándolo de caricias y besos, pero aún siento ese frío en mi corazón.
La lluvia me recuerda a ti. Hoy pregunto: ¿Estoy triste porque llueve o llueve porque estoy triste?. Trato de olvidarte, olvidar esas palabras que me dijiste esa noche, pero he aprendido a vivir con tu recuerdo. Hoy se la respuesta, pero no estás aquí para escucharla. Estoy triste porque llueve, porque la lluvia me recuerda a ti, porque aún siento frío en el corazón. Siento el frío de la llovizna y no estas aquí para darme tu calor.

jueves, 19 de enero de 2006

A veces lejos, a veces cerca

A veces te siento tan cerca que creo que te puedo tocar. Creo sentir tu aliento cerca de mi cabeza, a mi lado, como un dulce susurro que me pide besos de amor, tiernas caricias y dulces palabras. Pero no estas ahí.
A veces creo que estas aquí a mi lado observándome, leyendo lo que escribo, viendo lo que hago, tomando nota de cada detalle de mi vida, siento que eres como una sombra que siempre esta conmigo aunque no haya luz.
A veces presiento que nunca te olvidaré y que siempre estarás en mi mente como si fueras parte de ella, como si mi cerebro y tu existencia fueran uno solo, como si mis sentidos solo fueran una distracción para olvidar por momentos que vives ahí.
A veces siento que te mueves lentamente, que vas llevando tu calor por mis venas que recorres mi cuerpo entero y que siempre vuelves a mi corazón y vuelves a salir para tocar cada poro, cada fibra.
A veces quisiera que no estuvieras aquí, que fueras sólo un sueño, que fueras sólo pasado para así poder olvidarte y olvidar que existes. Pero es tan difícil. Cada vez que creo que te has ido sólo basta con cerrar mis ojos y ver hacia adentro. Ahí estas, silenciosa, inmóvil, esperando la oportunidad para aparecer, para darme alegrias, para darme tristezas, para hacerme sentir que estoy vivo. Porque eso es vivir, sentir alegría, tristeza, dolor, placer, compañía, soledad, odio, amor. Todo eso eres tú.
A veces pienso que no debería llevar esta vida y que debería ir muy lejos donde tus ecos no se escuchen y donde el aire de la mañana no tenga tu aroma. Pero la distancia es algo físico y no puede separar lo espiritual. Y es ahí cuando pido con todo mi corazón y grito con todas mis fuerzas que salgas de mí porque no te quiero dentro de mí, te quiero a mi lado. Quiero ver tu sonrisa mientras te escucho reír, quiero perderme en tus ojos y creer que un solo momento bastará para hacerme feliz hasta la eternidad. Quiero que estés aquí conmigo regalándome lo mejor de tu vida, tus anhelos, tus triunfos, tus fracasos. Quisiera sentir tus besos tan sólo una vez y escucharte decir mi nombre en un ahogo de pasión.
Quisiera estar dentro de ti tanto como tu estas dentro de mi, pero estás tan lejos. Pero no es la distancia que nos separa la que me hace verte lejos sino lo que sientes. Porque estás conmigo siempre pero yo nunca estoy contigo. Quisiera que me sintieras y vinieras a decirme que haces para vivir la vida delante de los demás como si nada pasara, como si caminar por la calle con tu presencia en mi mente fuera algo sencillo, como si mi almohada no te trajera a mi como una puerta que se abre, como si la brisa del mar se escuchara como tus palabras y como si todas las estrellas del cielo no fuesen suficientes para pedir siempre el mismo deseo: Tenerte cerca y no dentro.
Pero a veces creo que sales, por amor o por compasión? Y te posas a mi lado y tomas mi mano y me regalas la luz de tus ojos. Pero es tanta la oscuridad y tanto mi deseo que no me basta y estando cerca te siento tan lejos.


Ya no quiero sentirte así, quiero que estés a mi lado, tenerte cerca y no dentro. Quiero dejar de verte al amanecer, quiero dejar de sentirte al anochecer. Quiero que dejes de ser mi obsesión. Quiero dejar de sentirte así, a veces lejos, a veces cerca, pero siempre dentro de mí.